Siria debe cientos de millones de dólares a las familias de dos soldados estadounidenses que fueron torturados y asesinados por terroristas patrocinados por Damasco en Irak hace más de 15 años, dictaminó recientemente un tribunal federal en Washington, DC.

La decisión del juez de distrito estadounidense Reggie Walton del 30 de agosto otorgó una compensación y daños punitivos de 364 millones de dólares a las familias del soldado Byron Fouty y el sargento Alex Jiménez.

En julio, Walton emitió un fallo que establecía que el gobierno sirio era responsable de las muertes de Fouty y Jiménez, que fueron decapitados después de su captura junto con un tercer soldado.

Fouty, de 19 años, de Oxford, Michigan; Jiménez, de 25 años, de Lawrence, Massachusetts; y el soldado de primera clase Joseph Anzack Jr., de 20 años, de Torrance, California, fueron capturados el 12 de mayo de 2007 durante un asalto a un puesto de observación militar en la aldea de al-Taqa, cerca de Yusufiyah, al sur de Bagdad. Sirvieron en la 10.ª División de Montaña, con base en Fort Drum, Nueva York.

Otros cuatro soldados estadounidenses y un intérprete iraquí murieron en el ataque. El cuerpo de Anzack fue encontrado unos diez días después en el río Éufrates. Los restos de Fouty y Jiménez no fueron encontrados hasta julio de 2008 y fueron identificados a través de registros dentales.

La indemnización por daños y perjuicios es una reivindicación para las familias de los soldados, dijo el miércoles su abogado, Ron Jenkins.

“Creo que sienten un sentido de justicia”, dijo, y agregó que ninguna cantidad de dinero puede “deshacer ese tipo de pérdida”.

Gordon Dibler, el padrastro de Fouty, dijo el jueves que “nunca lo vi como, ‘Oh, esto me hará sentir mejor’”.

Pero es un alivio para el tribunal “reconocer a los responsables”, dijo.

En 2018, Jenkins presentó una denuncia contra Siria en nombre de las familias de los soldados, en la que afirmaba que la ayuda siria había permitido al ex Estado Islámico de Irak y el Levante “secuestrar, torturar y ejecutar a Fouty y Jiménez”.

La familia de Anzack no fue parte en la demanda. Los demandantes estaban compuestos por cuatro familiares de Fouty y ocho de Jiménez, así como las propiedades de los soldados.

El caso fue juzgado bajo la Ley de Inmunidades de Soberanía Extranjera, que otorga a los tribunales estadounidenses jurisdicción sobre un país extranjero. que haya participado en actividades terroristas o haya proporcionado apoyo material a un grupo terrorista que hiere o mata a ciudadanos estadounidenses.

En su fallo de julio, Walton concluyó que la Organización Terrorista Zarqawi, rebautizada como Estado Islámico de Irak, había actuado “con el entrenamiento, financiación, apoyo material, protección y dirección de Siria, como parte de un plan coordinado por Siria para atacar” a miembros del servicio estadounidense en Irak, según documentos judiciales.

El caso tenía factores agravantes, dijo Jenkins, que permitieron al juez “otorgar una indemnización muy considerable”.

La viuda de Jiménez, Yaderlin Jiménez, testificó del dolor emocional que sufrió mientras esperaba conocer el destino de su esposo.

“Fue muy duro para la familia no saber qué había pasado, qué le estaban haciendo. Fueron 14 meses de desesperación para todos”, dijo, según los registros judiciales.

Dibler dijo que siempre ha tenido problemas para dormir, pero que a veces “se despierta de repente, pensando en lo que estaban pasando”, dijo sobre Fouty y Jiménez. “Todavía vivo esto todos los días”.

Según el fallo del tribunal, los demandantes recibieron distintas cantidades de dinero. El gobierno sirio no compareció ante el tribunal ni respondió a la demanda, según los documentos judiciales.

Sin embargo, los sirios serán notificados de la decisión del tribunal, dijo Jenkins, quien ha estado involucrado en casos similares.

En este caso, Estados Unidos podría congelar activos sirios en su territorio, por ejemplo, y ponerlos a disposición del país, o los abogados podrían intentar confiscar activos sirios en el extranjero, dijo Jenkins.

“No es fácil hacerlo”, dijo. “Pero es un proyecto que emprenderemos. Si lleva años, trabajaremos en él durante años”.

Dibler dijo que la última vez que habló con su hijastro fue el 17 de abril, cuando cumplió 19 años, un mes antes del ataque. Fouty había estado en el ejército menos de cinco meses, sin contar el campo de entrenamiento, dijo.

“Todo pasó muy rápido”, dijo. “Lo extrañamos todos los días”.